Sunday, September 29, 2013

Elecciones conscientes



Era hora de despertar aunque estaba anocheciendo.

Entraba el atardecer por sus pupilas y la única sombra que quedaba era la suya.

Ella que no había aprendido a estar sola, finalmente no podia escaparle mas a ésta, su asignatura pendiente.


Desde los 12 años, después de aquel no tan inocente primer beso, siempre hubieron listas de candidatos a novios escritas en el aire.

Jamás le faltaron galanes que la miraran con deseo.
Pero ella vivió ocupada, sin darse cuenta, aceptando complacientemente el halago al que nunca creyese merecedora.




No se sintió linda ni se dió cuenta de lo atractivo de su femeneidad, hasta que pasó de largo los 30, ya con tres hijos a cuestas y más bonita que antes, fue cuando salió al mundo que sintió vergüenza por las miradas captadas en todas partes.

Tal vez porque era una mujer de coraje, decidida, con agallas y con determinación acerca de lo que quería es que elegía amigos del sexo opuesto. O porque era lo único que la hacía sentirse a salvo.

 Desconocía los códigos femeninos, esos los secretos que jamás guardaría por olvidarse que eran tales, o del detalle de maquillarse, o de elegir aros y colgantes que hicieran juego. De miradas cómplices que ella perdía por estar distraída en cualquier parte.

Ella se calzaba un jean y una camisa, y salía rumbo a la vida sin demasiadas vueltas. Siempre llena de energías positivas, entusiasmo y su clásica sonrisa, sin nada puesto que pudiera ocultar su franqueza.

Aunque ella lo ignorase, sus amigos varones sabían claramente que no era uno mas de ellos.

Comprometida con el estudio, los amigos y su noviazgo, pasó una adolescencia de encierro  casi voluntario.



Un tiempo en el que conscientemente jamás se le presento la necesidad de hacerse problema por nada, pero una etapa sin salidas nocturnas, sin bailes, sin aventuras que le permitieran ver el horizonte por las mañanas sin acostarse siquiera…


Sunday, September 15, 2013

Impecable soledad sin dueño.




Lo despertó el sonido del teléfono. Un mensaje, le recordaba que lo pasarían a buscar en un rato apenas. Otro día sin demasiado sentido más que el de hacer que sus horas transiten lo mas ocupadas posibles. Dormía para no ser conciente de que era un ser sin felicidad alguna.
Miró a su lado. Nada y todo.


Las sábanas intactas, la almohada sin movimiento le trajeron súbitamente la realidad de estar separado desde hacía mas de un año. Nada había logrado sentir desde entonces, y todo le hacía ruido en su interior cuando se sentía solo.

 Y mujeres no le faltaron, por su cama pasaron docenas de ellas. Ninguna hasta ahora le había movido ni un pelo. Recordaba con que sensación de libertad se había mudado al departamento. Separarse le implicaba digerir la culpa del fracaso frente a sus padres, entre otras cosas. Salvo que ahora irónicamente su divorcio generó la cruel franqueza de sus progenitores.
Y mientras él escuchaba sus ironías, todo se le derrumbaba de golpe.

 Ellos no se separaron para no arruinarle la vida a su único hijo, eso dijeron. O tal vez porque entonces su madre hubiera quedado desprotegida. Y eligió la casa, el perro y la pileta.
Pero el vivió en ese entorno de infidelidades, y silencios cómplices, de conveniencia.

Le vino a su mente aquella película con Clint Eastwood.
Tal vez a su madre le sucedió lo mismo que a Meryl Streep, o su personaje digo.
 '

Separarse a él le había llevado mas de tres años. A sus padres toda la vida y sin éxito.
 Casarse había sido otra actitud oportuna.
Una decisión racional mas que producto del amor pleno.
 Tal vez el amor se aprende de verlo, y él claro no lo había visto.

Había que hacerlo. Era hora de tener hijos, de asentarse.
Era un buen padre, acompañaba a sus hijos en todas sus actividades.
Amaba a cada uno de ellos. Eso era innegable.

 Todo lo que estaba en la lista de un hombre de bien, debía ser tildado, como lo había sido la Carrera de abogado.
Vivir en familia. Como le enseñaron de chico.
Al menos, convivir bajo un mismo techo, ahora reparaba realmente
Sin embargo no recordaba haber estado alguna vez enamorado.
Ni antes ni ahora. Pánico.
Era eso miedo le daba enamorarse y dejarse llevar por la embriaguez de la locura.
 O tal vez lo estuvo, pero era tan disruptiva aquella relación que decidió tacharla de la lista, para seguir lo mas conveniente. Igual que había hecho su madre.

 Mas de un año de silencio, viviendo una decisión ya tomada, sin que nadie, ni su esposa ni sus hijos pudieran imaginar como desenlace el día de la partida.
Si es que acaso había partido, o solo había mudado su cuerpo.
Siempre tomaba sus decisiones de la misma forma.
Sin tomarlas.
 Hasta que quien estaba del otro lado cortaba la soga.
 Debería de retomar las sesiones con su terapeuta.
 Quedaría mal de no hacerlo.
Allí tramitaba la culpa, se autorizaba justificando su necesidad de jamás lastimar a nadie.
 Pero ahora no estaba seguro. Con su terapeuta le pasó lo mismo, ella espaciaba las sesiones, porque él no definía si era o no un paciente con ganas de trabajar la infelicidad que lo trajo, o solo un horario ocupado a medias.

 La vida le deparó ser único hijo, por ello crecía en sus entrañas el malestar de defraudar a su madre. Ella estuvo siempre orgullosa de la familia que él había formado.
 Una Hermosa fotografía.
Tal vez ahora que sabía la verdad, porque ella no lo había logrado. Solo apariencias.
 El mientras tanto solo se dejó llevar.

Una casa, luego otra, un hijo, luego otro, y así sin quererlo casi llegó a la conclusion de ser la persona mas mansa que hubiese habitado la tierra.

Sin contar sus ininterrumpidas historias de conquistas e infidelidades.
Pensaba que al separarse podría hacer todo aquello que tanto deseaba cuando vivía con ella.
Alguien le dijo ahora que decidía alejarse porque le dolía su indiferencia.
El causando dolor? Desde cuando?
Pagaba sus cuentas religiosamente, colegio, vacaciones, viáticos, tarjetas. Nunca entendió los reclamos. Y ahora cómo es que le reclamaban lo mismo?
 Dolor, en su ego. Porque amor, amor no podia registrarlo.
 Eso era todo. Herido de muerte en su amor propio.
 Siempre se había sentido tremendamente solo, aún rodeado de amigos.
Nunca había podido enamorarse, porque todo, absolutamente todo se tornaba rutinario, y aborrecía la monotonía, y deseaba huir a cualquier precio.
Tampoco se enamoró de su trabajo, eligió el formato menos arriesgado, mas conveniente, mas calmo. Eran clientes de otros no suyos, los que evaluaba.
Sin riesgos, una vida sin decisiones que lo atormenten. Aún cuando el costo fuera no amar no entregarse a nadie. El poder enorme del miedo lo había tomado de rehén.
 Eso era todo. Odiaba la sensación que sobrevenía al sentirse prisionero del amor de una mujer.
Como hoy.
Como siempre. 
Ellas amaban al personaje, que él paradójicamente tramaba sin saberlo.
Porque necesitaba ser amado, para despúes tener ganas de irse.
Era mejor vestirse, o llegaría tarde.
El era claramente impecable. La imagen ante todo.
Lo aprendió muy bien de su madre. Eso no daba lugar a dudas.




Norma Echavarria Copyright 15/9/13

 Una historia que puede ser la tuya. Aunque ojalá no lo sea, o si lo es estés a tiempo de cambiar.

Una historia que cuenta acerca de la falta de definición y de compromiso. Una dificultad para tomar decisiones, y una insatisfacción crónica de la mano de la monotonía. Amar es posible y es hermoso. Solo que requiere de mucha conciencia y compromiso con la verdadera esencia del amar. Amar es una condición para pocos. Renuncias, desprendimiento, honestidad, humildad y generosidad son algo inprescindible. Si aún no te has enamorado, acerca tu corazón a tu oído. Seguro tendra algo que contarte.